Hace tres días que llevo preparándome para el encuentro con mi hombre-amor.
Me he impuesto el celibato hasta su llegada. Deseo que me tenga inmaculada.
He entrado en una seria de cuidados personales para que con suerte él me haye maravillosa en la esperada cita.
Cuidadosamente planificados son los pasos que confieren a dicho evento; la elección de la ropa que él verá al verme, y la ropa interior; el uso de una decena de productos de belleza que van desde cremas corporales hasta el perfume (aplicado estrategicamente en ciertas partes de mi cuerpo); los temas que debo reservarme y los que puedan enriquecer la velada. Y demases minutas.
Escogí los zapatos poniendo sumo cuidado en que los centímetros del tacón no me hagan llegar a su estatura.
Y hasta tomé más clases de baile, para preservarlo de algún que otro pisotón.
En cuanto al resto, todo debe parecer natural y casual. Cómo sólo yo soy...